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Organizadores Sindicales Lanzan Nuevo Modelo de Lucha Contra el Capital Privado

Los trabajadores están luchando contra la despiadada industria que despoja y vende empresas para obtener ganancias.

Los comerciantes trabajan en el piso de la Bolsa de Valores de Nueva York el 3 de mayo de 2023, en la ciudad de Nueva York.

En el Día de los Trabajadores, un pequeño grupo de defensores de derechos laborales y trabajadores recorrió el centro de Manhattan, deteniéndose en las relucientes sedes corporativas de varias empresas con nombres como KKR, Sycamore Partners, Apollo Global Management, BC Partners y Roark Capital Group.

La mayoría de la gente no reconoce estos nombres o, si los reconoce, sabe muy poco de ellos. Sin embargo, se trata de algunas de las empresas más ricas e influyentes de Wall Street, gigantes del sector financiero ultra poderoso conocido como capital privado (private equity), el brazo de Wall Street que supervisa trillones de dólares de activos y se especializa en la compra, reestructuración y venta de empresas privadas para obtener grandes ganancias.

Mientras el grupo iba de un vestíbulo empresarial a otro, exigían que estas empresas respetaran los derechos de los trabajadores cumpliendo con una nueva iniciativa denominada Plataforma de Derechos Laborales del Capital Privado. La plataforma establece “una serie de normas para mejorar las condiciones de trabajo” en las empresas de capital privado que garantizarán los derechos de los trabajadores en todos los ámbitos, desde los salarios y los horarios hasta una mayor voz en el trabajo.

La plataforma ha sido elaborada por dos grupos: el Private Equity Stakeholder Project, que lleva a cabo una labor de investigación y defensa progresista en torno al sector del capital privado, y United for Respect, un grupo nacional sin ánimo de lucro centrado en mejorar las normas laborales en el sector minorista. Ambos grupos colaboran desde hace tiempo con diversos sindicatos y organizaciones de trabajadores.

Antes de la acción del Día del Trabajador, miembros del sindicato United Food and Commercial Workers (UFCW) Local 400 y del sindicato United Electrical, Radio and Machine Workers of America (UE) participaron el 14 de abril en un ayuntamiento virtual donde se presentó la plataforma. Los trabajadores del sindicato UE Local 115 llevan años luchando en la planta embotelladora Refresco en Wharton, Nueva Jersey, propiedad del gigante del capital privado KKR.

La acción del Día del Trabajador fue el debut de un esfuerzo que los organizadores esperan pueda proporcionar un centro para unir, educar y coordinar mejor la lucha de los trabajadores contra el creciente poder del capital privado — en gran parte trabajando con los inversores que gestionan los fondos de jubilación de los trabajadores para exigir que las empresas de capital privado se atengan a los principios de la plataforma.

“Parece Que Debería Ser Ilegal”

Las empresas de capital privado invierten miles de millones de dólares en empresas privadas, a menudo adquiriendo participaciones mayoritarias en esas empresas, normalmente con la intención de reestructurarlas y venderlas en pocos años. El capital privado tiene fama de ser quizá la rama más despiadada de Wall Street, centrada exclusivamente en despedazar y vender empresas para obtener ganancias.

Las empresas de capital privado suelen crear fondos que los grandes inversores — super-ricos, fondos de pensiones, dotaciones universitarias — puedan asociarse y esos fondos adquieren participaciones en empresas. Es importante señalar que las empresas de capital privado invierten sobre todo el dinero de otras personas, especialmente los fondos de jubilación de muchos trabajadores.

Las empresas de capital privado se enriquecen cobrando grandes tarifas por administrar las inversiones del fondo y trabajando agresivamente para obtener grandes ganancias— normalmente, una tarifa del 2 por ciento sobre los fondos gestionados más el 20 por ciento de cualquier ganancia, lo que se conoce como “dos y veinte“. Mientras que los grandes gestores de activos como BlackRock y Vanguard, que representan otro sector importante de Wall Street, supervisan en gran medida los llamados fondos de inversión “pasivos” que siguen índices bursátiles, las empresas de capital privado suelen ser actores mucho más agresivos. Es un sector enorme, con unos 7,5 trillones de dólares en activos gestionados. Las mayores empresas de capital privado, como Blackstone, Carlyle Group, Apollo y KKR, supervisan inversiones de cientos de miles de millones de dólares en todos los sectores imaginables, desde la vivienda y los hospitales hasta los combustibles fósiles y el comercio minorista, pasando por las tiendas de mascotas y los catálogos de música.

Los principales barones del capital privado son extremadamente poderosos. Son algunas de las personas más ricas del mundo. Asesoran a presidentes estadounidenses y presiden importantes universidades e instituciones culturales. Edificios de todo el país llevan sus nombres.

El objetivo primordial del capital privado es extraer el máximo beneficio posible de las empresas que adquiere. Muchos sostienen que su impacto es abrumadoramente destructivo — destripar residencias de ancianos, apuntalar plantas de carbón, subir los precios de la atención médica y diezmar la prensa escrita, por ejemplo.

“El cuento que los fondos de capital privado quieren contar es que invierten en estas empresas y las mejoran”, dice Justin Flores, coordinador principal de campañas e investigación del Private Equity Stakeholder Project. “Pero, a menudo, lo que realmente hacen es endeudar a esas empresas y sacar dinero de ellas para pagarse inmediatamente a sí mismos”.

Para mucha gente común, dijo Flores, el capital privado “suena como si debiera ser ilegal”.

El sector de los fondos de capital privado es un gran empleador, con unos 11,7 millones de trabajadores en Estados Unidos que trabajan para empresas de capital privado. Un informe reveló que el capital privado eliminó más de 1,3 millones de puestos de trabajo entre 2008 y 2018, incluidos alrededor de 600.000 empleos en el sector minorista, golpeando con mayor dureza a las mujeres y a las personas de color. El informe afirmaba que las empresas de Wall Street habían “destruido ocho veces más empleos minoristas de los que han creado” durante ese tiempo.

Una de las principales razones es que, cuando el capital privado adquiere empresas, una de las áreas más fáciles para recortar costos es la mano de obra de la empresa — despedir trabajadores, recortar salarios y beneficios, y hacer que los que se quedan trabajen más duro y más rápido y con menos protecciones de seguridad.

“El sector del capital privado es famoso por su modelo de compra, recorte de costos, endeudamiento de la empresa, y venta con grandes ”, dice Flores. “Y los trabajadores suelen llevarse la peor parte”.

Por ejemplo, los defensores afirman que Cerberus Capital Management ha ido por los fondos de pensiones de los trabajadores de Albertsons-Safeway. THL Partners cargó de deudas a Art Van Furniture, vendió activos y despidió a trabajadores que termino llevando la empresa a la quiebra. En los restaurantes de marca propiedad de Roark Capital se ha producido un robo desenfrenado de salarios. Una empresa de saneamiento propiedad de Blackstone fue multada recientemente con 1,5 millones de dólares por emplear ilegalmente a más de 100 menores.

En uno de los ejemplos más notorios de una redada de capital privado, KKR y Bain Capital, junto con la inmobiliaria Vornado Realty Trust, adquirieron Toys “R” Us en 2005 y procedieron a endeudar la empresa juguetera, despojarla de millones en activos, despedir a 30.000 trabajadores y, en última instancia, llevarla a la quiebra.

“Básicamente destriparon la empresa”, dice Bianca Agustín, directora de Responsabilidad Corporativa de United for Respect. “Dejaron de comprar inventario y vendieron todos los activos inmobiliarios, que eran millones de dólares, y luego obligaron a la empresa a arrendar de nuevo esas mismas propiedades”.

“Realmente vemos este enfoque parasitario de la inversión que caracteriza a las empresas de capital privado como simplemente perjudicial para una economía justa y una verdadera democracia”, dice Agustín.

Lucha Sindical en Refresco, Propiedad de KKR

Uno de los focos actuales de conflicto entre los trabajadores y el capital privado se centra en la fábrica embotelladora de Refresco en Wharton, Nueva Jersey. Refresco es la mas grande empresa embotelladora independiente del mundo y produce bebidas de marca, desde Gatorade hasta Arizona Iced Tea.

En junio de 2021, unos 250 trabajadores de la planta, muchos de ellos inmigrantes de América Latina, votaron en unas elecciones llevadas a cabo por la NLRB a favor de la sindicalización, afiliándose al sindicato UE Local 115. Las quejas en torno a los bajos salarios, los largos turnos y la seguridad de los trabajadores se habían ido gestando durante años, pero el punto de inflexión llegó en marzo de 2020, cuando los trabajadores organizaron un paro por la falta de protecciones COVID-19.

“La pandemia jugó un papel importante porque le demostró a los trabajadores que a esta empresa no le importaba si los trabajadores cayeran muertos”, John Ocampo, un organizador de la UE, le dice a Truthout.

Refresco impugnó la victoria de los trabajadores, y hubo una segunda votación en mayo de 2022 que el sindicato ganó por un margen aún mayor. Durante la campaña sindical, Refresco pagó enormes sumas a conocidos consultores antisindicales.
Poco antes de la segunda victoria de los trabajadores, Refresco fue adquirida por KKR, la segunda empresa de capital privado mas grande del mundo. KKR gestiona más de medio trillón de dólares en activos. Henry Kravis, el famoso co-fundador y co-ejecutivo de la empresa, tiene un valor de 7.400 millones de dólares y posee una colección personal de arte que incluye “muebles que le pertenecían a Louis XIV y pinturas de Jean Renoir y Claude Monet”.

Anthony Sánchez es un maquinista que trabaja en la planta de Wharton desde hace más de 16 años. Le dicea Truthout que las condiciones de trabajo en la planta — especialmente los turnos de 12 horas que la empresa impuso, según él, para evitar pagar las horas extraordinarias — han tenido efectos ruinosos en su vida. También ha sufrido lesiones que, dice son relacionadas con el trabajo, pero que Refresco no se hace responsable porque quiere evitar el pago de indemnizaciones a los trabajadores.

Los salarios y el seguro médico también son problemas importantes para Sánchez, que afirma que el seguro médico de la empresa es tan malo que necesita comprar su propio seguro a través de Obamacare. Después de más de una década y media en la planta, sólo gana un salario base de 18,20 dólares por hora (que sube a 19,30 dólares cuando trabaja en el turno de noche).

El sindicato está decidido a asegurarse de que el tipo de medidas anti obreras y de recorte de costos que KKR llevó a cabo en Toys “R” Us no se repitan en Refresco. Han visitado la sede de KKR en dos ocasiones, pero afirman que la empresa aún no se ha reunido con ellos. También han hablado directamente con los inversores de KKR, incluidos los fondos de pensiones.

Los trabajadores de la planta de Wharton están intentando negociar su primer contrato sindical. Una reivindicación clave es el fin de los turnos obligatorios de 12 horas. “Los trabajadores reclaman algo que ya se exigía hace más de un siglo: una jornada laboral de ocho horas”, dice Ocampo.

Ocampo dice que el sindicato está avanzando en la mesa de negociación, pero que aún no hay acuerdo sobre las cuestiones que más les importan a los trabajadores, como los salarios, los beneficios y las horas y horarios de trabajo. Aunque el sindicato espera que continúen los avances, siguen dispuestos a luchar, dijo Ocampo.

Sánchez le dicea Truthout que un contrato sindical en Refresco, propiedad de KKR, podría transformar su vida para mejor, dándole el tiempo y la energía para simplemente hacer cosas cotidianas como hacer ejercicio, leer, ver las noticias y dormir bien por la noche.

Ocampo dice que la UE también está decidida a defender a los trabajadores en la lucha más amplia contra la adquisición de empresas por capital privado. “La historia demuestra que estas empresas de capital privado compran una compañía, la exprimen durante cinco a siete años y luego la venden, lo que a veces significa el cierre de la empresa, su desmantelamiento y la degradación de las condiciones de trabajo”, él dice.

“Sólo quieren dinero”, él dice . “Ni siquiera se preocupan por la viabilidad a largo plazo de la empresa. Sólo están en ella unos años para chuparla hasta dejarla seca, como un vampiro, y seguir a la próxima”.

La Plataforma de Derechos Laborales del Capital Privado

La UE es uno de los socios laborales que apoyan la Plataforma de Derechos Laborales de los Fondos de Capital Privado, que pide a las empresas de capital privado que sostengan diez en sus empresas, entre ellos un salario digno sostenible, horarios y horas de trabajo equitativos, baja por enfermedad remunerada y seguro médico asequible, y el derecho a organizarse sin intimidaciones ni acoso.

Una estrategia clave para poner en marcha la plataforma consistirá en trabajar con grandes inversores que invierten en empresas de capital privado que, en conjunto, gestionan trillones de dólares en ahorros de jubilación de los trabajadores, como los fondos de pensiones de los empleados del sector público y los fondos de pensiones sindicales.

“Los ahorros para la jubilación de los trabajadores en forma de fondos de pensiones constituyen el mayor grupo inversor que financia empresas de capital privado”, dice la plataforma. “Los fondos de pensiones y otros inversores deben tener en cuenta los riesgos de invertir en empresas de capital privado que toman acciones contrarias a los intereses de los trabajadores y asumir la responsabilidad de poner fin a las prácticas abusivas en las empresas en las que invierten a través del capital privado” .

Agustín dice que estos fondos de pensiones tienen poder para estipular ciertas exigencias cuando invierten con empresas de capital privado. “Cuando una empresa de capital privado pide dinero, el fondo de pensiones tiene la oportunidad de poner condiciones a su inversión”, afirma.

“Los fondos de pensiones sindicales no quieren realmente que se les asocie con algunos de los peores excesos del capital privado”, dice Flores. Dijo que la plataforma quiere ayudar a estos fondos a “asegurarse de que su dinero no vaya a explotar a los trabajadores”.

Agustín dice que le entusiasma que la plataforma cree más cohesión entre los sindicatos y las organizaciones comunitarias en torno a un conjunto de reivindicaciones sobre los derechos de los trabajadores en las industrias propiedad de fondos de capital privado. Afirmó que la plataforma será un “lugar fácil” para dirigir a las empresas de capital privado y a los fondos de pensiones para hacerles saber que “estas son las cosas que queremos y necesitamos”.

Flores también está entusiasmada con la idea de que la plataforma sirva de “centro neurálgico” para una respuesta más amplia al capital privado en torno a los derechos de los trabajadores, así como para ayudar a coordinar mejor las diferentes campañas laborales relacionadas con el capital privado.

“A veces la gente está organizando una empresa y ni siquiera se da cuenta de que es propiedad de capital privado”, dice el. “Así que parte de esto es unir a los grupos que tocan temas relacionados con el empleo dentro del capital privado en diferentes espacios, para empezar a colaborar y conectar los puntos”.

A veces, dice Flores, puede haber trabajadores de distintas zonas geográficas o sectores que ni siquiera se dan cuenta de que están luchando contra empleadores que pertenecen a la misma empresa de capital privado.

“Reunir a la gente, tener un centro para las campañas laborales de capital privado, en el que utilicemos un lenguaje y unas estrategias similares y compartamos información sobre lo que está ocurriendo en distintos lugares, ésa es la idea”, dice Flores.

Truthout Is Preparing to Meet Trump’s Agenda With Resistance at Every Turn

Dear Truthout Community,

If you feel rage, despondency, confusion and deep fear today, you are not alone. We’re feeling it too. We are heartsick. Facing down Trump’s fascist agenda, we are desperately worried about the most vulnerable people among us, including our loved ones and everyone in the Truthout community, and our minds are racing a million miles a minute to try to map out all that needs to be done.

We must give ourselves space to grieve and feel our fear, feel our rage, and keep in the forefront of our mind the stark truth that millions of real human lives are on the line. And simultaneously, we’ve got to get to work, take stock of our resources, and prepare to throw ourselves full force into the movement.

Journalism is a linchpin of that movement. Even as we are reeling, we’re summoning up all the energy we can to face down what’s coming, because we know that one of the sharpest weapons against fascism is publishing the truth.

There are many terrifying planks to the Trump agenda, and we plan to devote ourselves to reporting thoroughly on each one and, crucially, covering the movements resisting them. We also recognize that Trump is a dire threat to journalism itself, and that we must take this seriously from the outset.

Last week, the four of us sat down to have some hard but necessary conversations about Truthout under a Trump presidency. How would we defend our publication from an avalanche of far right lawsuits that seek to bankrupt us? How would we keep our reporters safe if they need to cover outbreaks of political violence, or if they are targeted by authorities? How will we urgently produce the practical analysis, tools and movement coverage that you need right now — breaking through our normal routines to meet a terrifying moment in ways that best serve you?

It will be a tough, scary four years to produce social justice-driven journalism. We need to deliver news, strategy, liberatory ideas, tools and movement-sparking solutions with a force that we never have had to before. And at the same time, we desperately need to protect our ability to do so.

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We’re with you. Let’s do all we can to move forward together.

With love, rage, and solidarity,

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